Pido una minuta al segundero
Que tiñe de rojo tus párpados.
Una segunda oportunidad
Al equilibrio del miedo,
Del espanto,
Con una sonrisa que amortaja
La caída frenética de la soledad.
¡Y no escribo buscando excusas
brillantes a tu opaca sensibilidad!
Hazme inocente de tu experiencia,
Sentir que soy primero
Y para ser siempre el último.
Pequeña, pies de papel,
Se el desajuste, el exabrupto
De mi desorden
Para dejar ser el mismo
Y diferente,
Y tuyo.
Y si pierdo los papeles,
Los granitos de arena,
Se quien limpia las heridas
Porque sabes que no soy perfecto.
Que se me acaban las monedas,
Sobran los pozos de los deseos,
¡oh, la guillotina de tu adiós!
¡oh, la trova que no escuchas!
¡Oh, la calma, tu mar,
cuando ruge desde tu pecho
la voz sinfónica y unísona,
la voz que te enamora más!
Y enamorada
es más que estar en amor.
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