Pásame la factura de mil años que viví en el mutis luego de ser una sola alma y dos cuerpos. Registrame en la piel que pertenezco a tu cuerpo, que no hay más patria que tu clavicula, que tus venas, que tus rodillas y tus talones. Róbame un beso cuando callo con por los codos. Tú, reflejo de poema. Te amo cuando callas porque pareces ausente. Y yo quien me desvanezco en la inopia de la realidad al ser tú más maravilla que la sutiliza del buen sueño. Tus lágrimas revalzan la estameña de mis sábanas, hidrata el desierto de mi inexperiencia.
Quererte es nunca cobrar el seguro de mi vida
despues de mil años en la cama
cuando una llamada venia
por solo treinta minutos de telefono.
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