martes, 14 de agosto de 2007

Horas



Cinco, siete, cuatro... avanza, se detiene, se adelanta, se retraza, retrocede el reloj. El cuenta tiempo envasa la nostalgia, el atavismo, la puntualidad del minutero, el rutinario segundero y el engreído calendario. Las fechas siendo menos y los menos a mases con la muerte y el destierro de los minutos, y el sin saber de las horas.
Qué arpía es la hora, silencio por el susurro de mi conciencia. Qué canalla es la revelación del tramo inmune al cambio, sea digital, sea de manecillas, sea arena.
Dime ¿de qué sería el reloj?
Instrumento de tortura que cuenta lo humano en instantes, el epitafio último en un informe de vida. Instantes de vida, pero tanto puedo escribir y poco retroceder al tiempo.
Me duró veinte minutos... ¿Quisieras volver a comenzar?
Cinco, siete, cuatro, ocho...
Las mismas horas de ayer.

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