¡Qué encanto produce
tu acorde solista,
mi poesía sinfónica,
el alma que no es mía,
el dolor que me traduce
y te hago virgen
con tan poca alegría!
Pues qué corto de mimetismo
Tiene el relato prolijo,
Mi discurso en lo obvio
Siendo yo ser finito,
La pérdida del mundo...
¡Qué flojo es el destino!
¡Qué héroe el vagabundo!
Tienta tu paso, damisela,
El sacrificio de tu olvido.
¿Y el caballero?
La mitad de sus dos cuartos,
La naranja que sabe a piña,
Cuando me duermo,
No me tapo
La sonrisa.
¿Y la tiranía?
Es el testamento
Del infortunado,
El carisma
De la hipocresía.
Se mantuvo de pie,
Maciza la frente,
Los ojos dibujados sin brillo.
Ella lejos por temer;
Él, casualidad del presente.
Nacieron siendo naturaleza
E irreconocibles hijos
De la justicia y la belleza.
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