Alguna vez leyendo de casualidad el blog de un escrito, quien también conocí de casualidad por una película que la vi de casualidad, me dejó pensando sobre a quien se le otorga la responsabilidad de lo que escribimos. Será acaso que cada escritor sufre de doble personalidad conciente como para dar excusas e inconciente como para no creer lo que nosotros mismos estamos convencidos de lo que escribimos. Pues citando de Alberto Fuguet, autor de Tinta Roja y Mala onda, el reconoce y hasta se cuestiona que sus libros probablemente no los haya escritor él, porque al releerlos es tan bueno que pareciese una perspectiva tan externa que se nos hace ajena.
De fondo, y es a lo que quiero llegar, es que Fuguet se pregunta "¿Pudo ser el personaje?". Aunque toda obra sea ficción, por mas que sean novelas historicas y eso, siempre hay algo de cada escritor que lo identifica. Ese algo puede ser tanto el estilo como su lenguaje, pero es que para eso el autor debe ser un actor que haga tantos papeles que en sí el producto puede tomar tantos matizes como la emotividad del autor en un tiempo-espacio determinado.
Quiza también ocurra de quienes escriben lo que no viven, porque lo quieren vivir -yo me incluyo, aunque en mis novelas sea un paso de retro-.
¿Y como terminar todo ese dilema?...
Pienso que todo lo que uno crea, y en todos los sentidos, resulta ser vida y entenderla debe ser frustrante, porque dejaría de ser vida.
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