lunes, 22 de octubre de 2007

Existir

Existir. Es difícil explicarlo, pero este manojo de nervios que soy ahora y este aire en el pecho frío y turbio me hace confesar ciertas cosas que se malinterpretan fácilmente. ¿Por dónde comenzar? Quisiera llamar un poco a la paciencia, porque me dieron la estocada última que el amor puede brindar.
Existir. Pienso, luego existo. Es un concepto vacío y no es lo que me proponía como idea. Una vez leí que “ser” es “ser visto”, es decir, una es quien es cuando lo es para los demás. Uno existe mientras sea visto por los demás. Algo que me vino a la cabeza la noche de ayer y me propuse tantas ideas más. ¿Y si es así? ¿Si ella no existe? ¿Si yo no existo? ¿Si realmente todo esto es programa de TV donde actúo sin darme cuenta? ¿Será acaso que aún no nací o soy el sueño de otro? No lo sé y bien cierto sé lo que puedo sentir, pero no sé lo que los demás pueden sentir. Escéptico. Ser confiado es algo me valió más de mil noches en cama balbuceando palabras de amor que atajaba mi almohada. Miedo sería lo que tanto me corrige en esta vida. Ahora, ¿por qué demonios digo que ella no existe? Existe tanto como cuando hablamos por teléfono y nos enamoramos aún más. La amo y ella me ama. ¿Qué sucede, entonces? La vida se me presenta cada vez más frágil y los ratos en los cuales no sé de ella siento que se aparta tanto de mi y solo siento el recuerdo de ella por objetos. No como lo que puede ser la presencia misma. La amo, la entiendo, la comprendo. Sobre todo me resulta difícil encontrar por fin a quien tanto busqué, a la chica quien esgrimí entre tanta poesía y saber que ella pasa por lo que pasa y yo estar acá, sentado, fumando un poco, quizá oyendo música, escribiendo para hacer nada, para no testificar lo que digo con el roce de mis manos sobre alguna mejilla suya. El ser visto se me hace más presente, más notable. Hay cosas que me cuestan creer, como una vez te dije en un correo ayer, en que todo esto sucede y yo haciendo mi rutina como si nada. Impotencia. Me da asco esta diapasón que marcó mis andares para no estar contigo, para no hacerme sentir que existo, que no soy realmente solo una voz por el teléfono o las letras frías de alguna computadora. Soy quien soy y siento que yo no existo, porque aún no tengo las posibilidades para existir para ti. No existo, porque aún no puede sentir esa presencia mía para que testifiques lo que soy, lo que siento, lo que pienso. Una cercanía más que corporal. Algo que une a dos personas que se encuentran frente a frente. El amor, las palabras, la voz, el aliento, la piel, el respiro. Lo que ansía mis ganas de saber que tú también existes, porque mientras no lo sepa, yo también no existo. Si yo no existo, tú también no existes.
Existir. No es el simple modo de decir que uno se encuentra en algún lugar y luego ya no. Existes mientras te tenga al lado de mis recuerdos y seas quien se aparece tantas veces en mi vida como sea posible. Sin embargo, hay cosas que me afectan demasiado y realmente es con el tiempo con quien lucho para decirte tantas cosas como pueda y saber luego que no existo, porque no estoy allí contigo para que sepas que es verdad lo que digo. Es algo que así lo siento. Sé que me amas, porque entre todos mis recuerdos y mis horas de vida pienso solo en ti y si me haces sentir cosas que nunca sentí, es decir, existes. ¿Entonces? Existes como las afecciones que mi espíritu puede percatar que hay una persona maravillosa lejos de mí. Sin embargo, yo no existo, porque me rige esta necesidad de hacerme sentir que existo, algo más que la presencia, algo que es puramente significativo para mí. Existir. Se me hace tan difícil y siento que terminé diciendo nada.

No hay comentarios: