lunes, 22 de octubre de 2007
Anónimo (aunque suene extraño)
La bruma seguía siendo incierta como el destino que preparé o que prepararon para mí. Miré tan lejos desde la orilla donde me encontraba. Alcé los pies buscando alguna materia infinita como la felicidad que sentía al ver algún programa de niños, de inocentes, de idiotas, en el canal del Estado hace muchos años. La arena, mi labio roto como el cuadro que mi padre lanzó al suelo sabiendo que el amor empacó sus maletas con la primera lisura que se pudo escuchar. El escepticismo de alguna buena novela que jamás concluí. ¡Ser hombre con el código prohibido que me daría asco aprender! La mañana se demora en concluir, porque las arenas del tiempo aún no ceden, sino que solo se mojan con el mar. Me detuvieron. El regreso a la realidad fue el lamido de un perro policía a mi mano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario