jueves, 5 de julio de 2007

... la misma piedra


Cuando las lindes de los tinteros juegan al parchis con mis bandidos suspiros, hay pocas cosas que quedan en la idiosincracia, en el velo de la hipocresìa, en la sed de los dedos o hasta en el gemido de un labio. Pues la cruzada inversa entre el creer y la travesura de lo que escribo no hagan que pierda la honestidad o hasta la amabilidad con quienes me rodean. Ya no piso dos veces la misma vereda, ya no colaboro con la misma moneda que termina consumiendose en droga por la triste mocedad nuestra. Ya no beso el mismo labio, no encanto a la misma lectora, ya temo a las pastillas, ya temo el dormir después de una fiesta. Se pierde lo amable y sé con quien convivo, pero quien no busca vivir. Pareciese que el "otro" extraño se consume sin promover alguna palabra para conocerlo. Si te dijese que no creo más en lo que tú puedes llamar verdades y decirte que no guardo más verdad que lo que tú puedes considerar como mentira al saber que despierto inocente sin jurar mal, que escribo la algarabía de mi compartir buscando alguien y no encuentre a nadie más allá, que no convenzó a la mentira para satisfacer el deseo maldito que rompe a tantas relaciones. Pues me cuesta no compartir el mismo dialogo, la misma letanía que ya fe no tiene. Y qué decirle a la pastilla que sueño espera, a la Artemisa que con mis mentiras crea maravillas e historias. Pues que este no sea mi único cuento sin que alguien participe.
Cuesta entender lo humano y yo que pertenesco a ese hatajo de vulgares. El sueño hace que la realidad sea diferente. Lo utópico. Una gracia que podría buscar sin buscar testigos. Eso mismo, testigos a quien pedirles mucho y nunca darles la cara. Cuesta comprender las nuevas expectativas, pero ya más inocencia mi literatura clama, ya más leña al fuego el calor no reclama. Y sea así y sea que que corrobore lo que por primera vez imaginé de alguien. Las primeras impresiones no son siempre las fachas, sino la esperanza de cada uno...
Sobrevaloro a quien se me hace ajeno...
Que alguien me diga que no es pecado...
Pidiera que nunca me confiese...

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