viernes, 29 de junio de 2007

VICEVERSA


Me cuesta dormir y soñar, soñar y dormir, y viceversa, y viceversa, otra vez. No despertar es lo que no me angustia, sino es el sueño mismo que busco no tener. Ya la cobija no ampara el viento gélido de Lima y la hipocresía del reloj no me convence de mucho. ¿El por qué? Si supieses, mi pequeña lámpara. Las baterías que tienes no te harán que me acompañes pasando de las 5 AM, pero para algo debes estar aquí, ¿no?.
No me digas, ya sé que no puedo dormir. Sí, eso también. No puedo soñar. Ya el sueño cobró factura y no hay más realidad que el dintel que creas encima de mi cama forjando un telón de incertidumbre y de sorpresa fingidas al saber que será luego lo mismo. Me cuesta fingir. Bajo un telón y encima de él para desajustar la función que cumplo como histrión en mi obra, en mi humor, en mi sarcasmo, en mi masocomio sin sala de espera, sin enfermera más que la suerte, sin regazo más cobijador que la oscuridad del fondo de mi cajón. Cómo puedo pensar en tanto y no pueda soñar. ¿Será realidad también? Se acabaron las ideas con el último cierzo que empasté a mis viejas nostalgias al contarlas como suspiros.
Qué aire tan frío, qué sensación la que rodea estas líneas, a pesar que no sean de droga. Y mis manos titubean, y mis manos concentran las angustias al descansar sobre mi pecho y simular que duermo. ¿Qué parte de la física explica el soñar?
Quebradiza la pieza última de una canción que recuerdo. Qué poco agradable es la desgracia del “Se terminó y no sé”.
¿Si no despierto?
Sería el sueño último, la comunión con ese oscuro proyecto que comprendió a tantos muertos y solo yo, quien en vida, me lo propongo. Lamparita, si te duermes, yo te despierto... Juguemos cartas hasta amanecer o veamos TV. Lo que tú quieras. No descansemos... Siento que encegueces mi mirada con la luz que brindas ahora al escribir esta carta y la llenas de impotencia al dejarme en plena oscuridad. No hay diferencia, viceversa, viceversa. Pero qué... se te acabó la batería... Tenía un par de jocker... hubieses ganado y yo perdido y viceversa. Viceversa.

Una tarde de futbol




La algarabía de la selección de patriotas que juegan a jugar. Momentos que el alcohol corría con el tabaco y sus petacas, como los eructos y las sonrisas. La cerveza que empaña la garganta con el grito unísono de felicidad, de “carajo”, de “viva”, de “así es mi Perú”. Sin trucar con mis libertades, compartí una tarde de país, de deber cívico, pienso. Como nunca la frase de “dos más” y “no tan helenas”, porque hacía frío, porque es invierno, porque estaba sin casaca alguna.
Tres fueron los motivos para vitorear el triunfo y una muchedumbre fueron los afónico. Yo pertenecí a ese grupo. Sin embargo, entre risas y risotadas, comprendí lo que pocos piensan de la libertad. Una tarde del martes que no estaba atado a la infame rutina ni a la sed de los horarios. Esa misma tarde que pasé entre botellas y petacas y pipa que heredé sin muerto, que heredé en vida, pero algo me dice que no llegaré muy lejos por ella. Las travesuras ahora ya no son con crayolas ni témperas, sino con resacas y borracheras. Los nuevos tiempos de engreimiento. Estaré preparado, pero no por mucho.
¿Lo de libertad? Me di cuenta que las tardes me consumen en los viejos bares que están cerca de la universidad y ya no encuentro ese grito chillón en los teléfonos al pedir excusa para no llamar a la chica que pedía todo, que recibía pocas veces nada. ¿A dónde fue? Pareciera que el recibo del teléfono nadie canceló y la voz se fue apagando como la estrella que tirita por un reflejo de millones de años y no sabemos si mañana acaba el último segundo de millones de años luz. Se acabaría el reflejo, siento.
Quién sabe y cuando me dije lo anterior, estábamos por el segundo gol. Y lo grité sin saber motivo. Miré el teléfono queriendo sentir otra vez los reclamos de una mujer que conocía poco y le decía que la amaba. Pareciera broma, pero no sé por qué busco regresar a las gavias de cada catorce de febrero y a los lonches de cada tarde con la suegra, sin el suegro, porque era una historia donde el desamor era protagonista. Ni pensar que a ella le prometí tanto, pero no se realizó, porque la promesa era de dos personas. Ahora que lo pienso, yo sólo formé esas dos personas.
Pues, mi libertad, me comienzas a llevar a cada rincón que no busco varar. Parece gracioso, pero ahora entiendo lo que me dijo un cura: “La libertad solo se le valora cuando nos la quitan”. Creo que ya es hora de valorarla, ya es hora de perderla.
Acabó el partido... Y siento que me cobran un off side.

sábado, 23 de junio de 2007

Esquelas


Encogiese el mundo en la punta de los lápices y mis creencias en las letanías líricas que puede crear el vacío y el blanco al mancharlo con negro y hacer que no sea papel, sino arte con cuatro esquinas, con una que otra falla ortográfica y con un alma y una vida. Pues que chico es el mundo, dicen todos, cuando se repite el mismo reflejo, el mismo actor, sin saber qué había detrás de todo, detrás de cada sonrisa, hubo siempre un espejo.
Corto de vanidades, ceguera temporal sin cuidar la vista, no se podrá ir más allá de la nariz si ni si quiera conocemos hasta dónde llega nuestros párpados. ¿Y cubrir lo real cuando las manos tapan? Sabes acaso cuánto cubre la piel y cuánto seduce el espanto. Y cambiemos de vista, vira el velo de tu vestido hacia allí, hacia allá. ¿Qué digo? Resultó ser el mismo punto.
¡Camina, niña de pasos apresurados, mendigo de la nueva urbe y anciano entre los nidos, los jovenzuelos entre los silos y la novia que vestía de blanco cuando el día era negro!
Atraviesa mi mirada al fondo del esquinero, dobla hacia el estante, cuenta las tapas, persigue el señuelo, cae al abismo. Había un abismo. Allí terminaba el itinerario de la luz de mi lámpara y es allí donde acudió los villanos de cada noche. Infame, sota y tristemente tierna es la estocada que brinda a mi pecho el respiro inconsciente. Más tarde, señor. Más tarde me iré a dormir.
¿Últimas palabras, señor? Que esta bufanda cubra otra herida en otro pecho, a pesar que la culpable sea la misa. ¿Más? Que mis labios no estén secos de las lágrimas que profano de las viejas lápidas abandonadas como son los recuerdos. Lo olvidé. Esas viejas lápidas eran los recuerdos. ¿Y qué decían? Nada más que el vacío y más que la nada para ser encontrado, como el silencio que paciencia clama, como la villanía que la otra mejilla clama, como la poesía que más vida en la muerte clama, como este escrito que nada tiene que ver conmigo y aún así lo escribo y duda que lo lea mañana.

jueves, 21 de junio de 2007

Esquirlas de una hoja de papel

Discúlpeme, pero perdóneme que ahora no me acompañe la cafeína. La historia que pasó rompe con los desvelos. Prominente es el insomnio que hoy me atormenta, la felicidad en cada hoyito de la cara y el “no eres tú, sino yo” o el “yo que no sé” está clavado en cada esquina, en cada pared, en cada rincón. Cuando se sienta tu sendero desencontrado, cuando tu farol no alumbre más... ¿Parece que te deseo los males? Un papel travieso confesó un acto de no rencor y yo, quien lo traduje, me siento su cómplice al renunciar a mis opiniones y enfrascarlas en un objeto, enfrascarlas para quitarle el aire y de a poco morir. Una asfixia que no haría daño, niña de palabras cortas. Tan cortas como las fracciones del segundo que puede tener al clavar la mirada y fruncir los labios haciendo un gesto que nadie merezca verlo, porque es tan tuyo y tan de ti y tan de mí y ajeno, porque escribo de ti.
Me di cuenta de la belleza ajena que condecora mis logros al hacer prosa la algarabía y hacer poesía al desencanto. Tus coturnos negros que me acompañaron con versos métricos colgados de tu bolso, pendientes del apunte, del corrector, del “ya tengo clase”, del “aquí no sigo yo”. Cuesta entender. Cuesta entender.
Me siento ajeno y yo qué sé. Allá tu realidad compartida con otros diferentes y yo siendo el único y el mismo. Qué auténtica es mi aventura al no compararla a las demás. Quizá ya otros pintaron azulejos, ya dibujaron letras o ya esbozaron el primer beso que no concluyó. ¿Primer beso? Déjame decirte, niña de palabras cortas, que las primeras veces pueden ser tantas como las primeras veces que conoces a alguien distinto cada día.
Maldita rutina, déficit literario a tu merced. ¿Qué si pierdo el tiempo? Dímelo tú, quien no considera la usura como humano, quien no comenta la delicia de lo prohibido o quien no crispó el corazón con la tinta diluida por una cinta.... y dime tú ¿qué hubieras hecho si la tinta hubiese sido pequeñas lágrimas? Las máquinas de escribir serían unas buenas detectoras de mentiras. Sí que sí y de nones afirmé. Qué novicio ingrato, mujer de pasado incierto, aparecer con ansiedad para hacerte reír un poco pensando que estás leyendo estas líneas en el ahora, pero a través de mis ojos no ven los tuyos, a través de mis manos no escriben versos las tuyas. Así de dual, mujer.
No contengo bilis maniquea y los papeles en cuatricomía ya bastaron por hoy. Señores, guardo la cinta en el talego de la anécdota y la sonrisa beligerante en la billetera. Pisa sobre las piedras y no caigas más hondo sobre tu mismo pantano. Sigue con lo que planea la casualidad que, para variar, sigue siendo mujer. ¿Y la esperanza? Diría que es celosa y por eso cuesta confesar lo que tengo que decir, porque la esperanza y tú, niña de palabras cortas, se enfrentarán, pero bajo tus decisiones está el destino. Ya lo armaste, ya lo descubriste, ya lo inventaste. Sin embargo, ¿me hablarás luego de esperanza?
Dos mujeres compartieron esta historia...
Nos vemos luego, niña de palabras cortas...
Te veo luego del después, esperanza...
¿Qué con quién me quedo?....
La hermanastra y la última hija de trece hermanas....
.......
¿Qué traes de nuevo, soledad?

lunes, 18 de junio de 2007

Diaze-Pam




Hay pastillas que endulzan las decepciones, que quitan el stress o hasta quitan la vida si se toma más de una. Sin embargo, esta "diaze-pam" no es tan igual que tantas y es como ninguna y es mejor que cualquiera, supongo. Es única, vale decir, con un estado de cambio, de expectativas, de regeneración y confesiones a la mías mañanas con tal de aclarecer el día, pero ocurre que la penumbra se hace espesa y caemos en lo mismo, en lo anterior, en lo usual, en lo pasado. Así como quien duerme por no despertar, se trata de una noche de verano. Una diaze-pam que se consumió consigo misma y cayó en su mismo sueño, en su misma cicuta que remeda las confesiones de una tarde para cocechar intriga al espectador. Una droga, valdría bien decir, que no se consumió en mis labios que de redentores lo dudo, de pesimistas siempre les apuesto y de tercos la maldita prosapia de las verdades. Me sentí villano al jugar con lo que prohibe los enamorados, jugar a las escondidas sin reflectores, jugar a que me divertía entre las sonrisas, las carcajadas, las caídas, las "acá no más llega", los "acá termina este agarre". Conste que dormí empeñando el tiempo en cuidar las promesas muy ajenas a mi saber. Ajenas queriendo compartir lo tan mío en mis poesía, pero confesado por la musaraña que no conocí. De eso se trato el "Diaze-Pam". De eso se trataba la huída y dejar la droga en incertidumbre para acaparar cada centímetro de mi cama de una plaza y media. Durmiendo... desvaneciendo.... consumiendome yo mismo al cerrar los ojos.
Al fin y al cabo, la Diaze-Pam hizo lo suyo... lo que tenía que hacer y yo me embriagé sin tomar bocado y, después de todo, irme otra vez a dormir...

jueves, 14 de junio de 2007

Crucigrama


Así se pasa el tiempo cuando pensamos detener el tiempo para sentirlo que sucedió tan rápido. Es un juego de esperar a que termine el tiempo para salir, para hacer otra cosa, para escapar. Neurótica es la ciudad, es cierto, pero, más que crucigramas, es el oficio de escribir. En hacer que las palabras se junten y se separen y se mezclen para llenar una página. Hacer que haya una simetría entre el juego y la habilidad. Unos con lápices de colores, otros con máquinas de escribir. Desde peluquería baratas, hasta el señor que limpia botas en la esquina. Todos corren dentro de 4, 5 ,6 casillas, mientras que el escritor tiene una sola casilla, pero una eterna expansión. Un juego de toda la vida y que condena al afisionado, pero condena al demente con glorias y honorarios. De jugar rudo con la realidad y hacer creer lo impensable y pensar en lo que nadie puede creer. De eso bastaría, pienso.

Un cricigrama que aún no termino y llevo como un año y meses. No le veo final alguno. No haría falta conocerlo. En el periódico, un premio de dos cientos dólares. En la vida, un crucigrama más al intelecto, pero memorioso al dedicarlo.

Yo soy víctima de las dedicaciones, debo confesar. Con razón que los crucigramas de los periódicos vienen sin dedicaciones, a pesar que sea algo finito. Sin embargo, cómo hacer con los crucigramas de un solo casillero. No lo supiese responder.

Un juego infinito y infinitas las dedicaciones. Por hoy creo en eso.

Por lo menos hasta que alguien merezca una dedicación.

La veo lejos.

Hoz sin el martillo

Gritas pidiendo piedad
a la pólvora que marcó tu vida.
No hay más madre
que el desamparo que te aguarda
al ver ojos por ira
que asesinó a tu padre
y solo bastaron dos palabras.

No compredieses el mundo
que entraña el paisaje
y la necesidad en sonreír.
Sabes que no hay más allá
al presionar ese gatillo
que enrosca tus sueños al matar...
y sigues pidiendo piedad.

Una madre patria que no te cuidó,
una señora con hiijos pródigos.
De corona tendrás un escupitajo,
de epitafio un informe de la verdad.
Niño, si te pudiese darte mi mano,
si te dijese que a tu edad creí en la paz...
Dime tú, ¿por qué no juegas?
¿Por qué tu odio?
¿Por qué?
Dime tú que ya no sueñas.

Señora...

Qué quebranto rompió
las ataduras a tu tierra,
señora hermosa de tradiciones,
cuando juzgas el desorden
al llorar por un Dios en oraciones
y pides viajes,
y pides cambio y no regresa.

Señora con prosapias finas,
dime qué enfrió tu pecho
sin que sea la altura,
sin que sea la supervivencia
al tener un lecho
donde dormir,
donde tu destino pelea
con el atavismo y el morir.

Sepas que hay sonrisa,
señora, al verter fantasía
a la tierra que tu amor cultiva.
se libre como tus leyendas,
como tus versos en diminutivos
y como la flor que empeña
su sábila y dormir,
y quedarse dormido.

No llore, madre entre las madres,
si tus hijos huyen por progresar.
Hay felicidad donde las creas
y terror cuando es indiferente la realidad.
Señora que aún no parte,
dígame, ¿qué espera?
¿Por qué tiene que llorar?

lunes, 11 de junio de 2007

Manos frías



¿Cuesta mucho cubrirse las manos en este terrible invierno limeño? Una taza de café cubre nuestras necesidades, tanto maniacas como corporales por el frío, sin embargo siempre solemos depender de aquellas improvisadas maneras. Desde algo tan fácil como poner las manos en las falquitreras a jugar con la punta ardiente de un cigarrillo. Sí, aunque lo malo es que al final te deja ese olor a tabaco tan delicioso, pero tan juzgado por los mayores. Sin embargo ¿quiénes son los mayores? Algunas veces los 18 suelen ser tan sutil. Jóvenes aún que no deben estar bebiendo en bares, pero sí lo mayorcitos como para jugar a la guerra y matar. Pero eso ya es otra historia.
Lima siempre tan terrible con sus veranos de invierno y sus estíos que son tan difíciles de describir.
Las manos siempre son las que pagan la peor parte. Ahora que solo acaricio el vendaval sin juntar mis manos con otras que se me sean ajenas. Como queriendo compartir sin orgullo un frío que mis manos caen sobre mí mismo sin conocer otras manos que compartan mi misma suerte. Ahora enfundo mis pobres manos sobre guantes de lana. Aún sienten frío, aún tiemblan, pero ese temblor es tan familiar. Es como queriendo acabar un texto que no cuenta con mi palabra, como improvisar un verso que no amerita que sea yo su autor, como quien busca encontrar las palabras exactas en una máquina de escribir Remington sin delatar que existe un escritor que escribe. Así suele ser... Creo que así son los inviernos....
Aunque hoy sintiese que este invierno me durará toda la vida. A fin de cuentas, me encanta el frío.

sábado, 9 de junio de 2007

A mi mecenas de Web

Seguro que no te encuentras bajo ese viejo oficio de ser quien publica las obras más escondidas, quien se encarga de dar sentido al tiempo malgastado en hacer poesía, quien deja de lado su imaginación en los nick para poner esta dirección. Sí, eres mecenas y señora a quien le debo como 25 veces gracias por lo que hace. Esta es un carta a quien con sus lentes verdes comparte ahora este pequeño desvelo. Serán la una a.m. Aún así, permíteme seguir con la palabra.
A pesar que me jusgue de enojón y hasta de des-graciado, pero supongo que las buenas intenciones de hacerme reir, espero que leas estas pocas lines (de droga) que te dedico. Y no faltase tu inolvidable "vete al carajo" cuando hablamos y de tu "no soy superficial" que busca converncerme. Por lo menos sé que hoy leíste un parte de cualquier poema. Eso basta, creo. Es suficiente para mí, supongo. Y 28 veces gracias. Y sobre todo, gracias por haber hecho que los 20 min que me tomó hacer el poema sean leídos. Esa es la idea y haces buen trabajo.
Gracias por resucitar el tiempo. Creo que eso es más específico que 28 gracias.

jueves, 7 de junio de 2007

Y quejas

Dedicaciones pendientes
E invitadas por esquelas
Con el sello rojo de un labio
Y el sentir de las presas
Seductoras, el sentir su encanto
Que no hechiza, pero sí endereza
El alma y acribilla un poema.
Así de simple, un asesinato.

Y la lectura roñosa
Con un alba que despega
Un sentimiento plañidero
Con el cual quema
Y hiere la más linda
Entre las menos bellas.
Así es como el milagro
Sucumbe la muerte por vida
Y la vida huye con el regazo
Del poeta su libro y su llanto.

Pues las dedicaciones apuntan
A la inopia de la cultura,
Del respeto mortuorio
De tantos hospitales que no curan
La maldición de las tintas,
El SIDA del desamor,
La sordina del alma y el perdón
Y la prosapia de las mentiras.

Marchitos


Aquellos que brindan compartiendo copa, los que pisan dos veces sus mismas huellas para nunca perderse, quienes tocan los timbres sabiendo que es una vivienda de sordos, quienes celebran la algarabía por ser ella misma esperando tristeza, quien rompe las cofradías de los recuerdos cuando traen penas, quienes sonríen en los velorios, quienes suben de tres en tres las escaleras, quienes giñan el ojo por suicidio, quienes a su cadalzo le faltó cuerda.... Apologìa de tantas noches de solteros, pelea hombro a hombro entre todos los casados....

Señores, hablo de la justicia de tantos ajusticiados....

Y decía "Voce"


Entretejía las canciones melodicas con el portugués tan ingrato, incluso más que el aleman como decia Bryce. Pues se trata de locuras y de locuras deviene cada loca y cada loca con su tema, pero de cada loco pueda que un amor. Y vanidad de vanidades, de locuras y el lenguaje portugues pueden haber realidades que me gustarian hacerlas prosa. Pero a quien miento, ya la hice prosa. Si, prosa y loca. Loco con su loca, soldado a su guerra.
Bueno, de conflictos belicos que decir si uno lucha por entender y se queda engatusado por solo ver y no comprender. Mira y luego razona. Yo solo te mire. Y que atavismo mas delicioso, que novelesca suele ser los labios contraidos y la mirada perdida y de nuevo los labios que veo y siguen contraidos. Con los all star que pillan a la juventud y esa lectura critica y sofisticada, pero con un bolso pegada a la antigua. Y meti las narices donde debia pero no por deber sino por sobrevivir. Me pillas con Gongora en el suelo y escribí poemas cuando hacias rutina.
Y pues, te hice rutina, y te hice poema, y te hice vida, pero rutina y vida? Pues voce saco partido de mi y abuso. Dulcemente de todas maneras, pero abuso. Y yo enemigo de la filosofia y la loquita de razones con andares pasea y yo he de musitar. Y solo te veo por mas que la soledad de los horarios te obligue a hablarme. Y quien me obliga suelo ser yo mismo. Pues aquí termino loquita... Que buen en rato queda escribir esto y aquello, que harias si supieras que escribi de tí...

miércoles, 6 de junio de 2007

Epitafios y Cegueras



Y consolidase lo que el grafito mancha mis tantas hojas cuadriculadas, con horarios y derrotas, con versos que saben a despedida, con la ecuación matemática que no la resolví. Cuestione tan pocas veces estas ganas de escribir y ensanche mi voluntad esperando reír con otra sonrisa, existir con lo que aún no termina y corregir los textos no solo por falla, sino se trata de que yo mismo quiero cambiar, de querer corregir. Puntos y comas y guiones y personajes. La fantasía en la "cómo" y en el "con qué" que auspicia un arte de novicios y es la estrella favorita quien escribe por solo escribir.
tíñase las palabras con el velo que limita el sentimiento y no conmueve como la algarabía que tuve al salir.
Cegueras y epitafios. Lápidas que se ensucian con el tiempo y las letras negras sin cursivas ni corrección que afirman la piedad de ser leído, pero la tristeza de nunca ser escuchados. Quiera quien fuese, fulano y mengano, que sintiese estas letras fáciles y problemáticas del escribidor y del viudo a la métrica al tener que mentir. Porque así, creo, que se llama a la ficción fantástica. Porque siento que las tradiciones tienen que morir. Sea como fuese, este blog acaba con la verdad que desconocía y de la mentira me convencí.
¿epitafios? Disculpen, alguien acaba de morir...