Dedicaciones pendientes
E invitadas por esquelas
Con el sello rojo de un labio
Y el sentir de las presas
Seductoras, el sentir su encanto
Que no hechiza, pero sí endereza
El alma y acribilla un poema.
Así de simple, un asesinato.
Y la lectura roñosa
Con un alba que despega
Un sentimiento plañidero
Con el cual quema
Y hiere la más linda
Entre las menos bellas.
Así es como el milagro
Sucumbe la muerte por vida
Y la vida huye con el regazo
Del poeta su libro y su llanto.
Pues las dedicaciones apuntan
A la inopia de la cultura,
Del respeto mortuorio
De tantos hospitales que no curan
La maldición de las tintas,
El SIDA del desamor,
La sordina del alma y el perdón
Y la prosapia de las mentiras.
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