Gritas pidiendo piedad
a la pólvora que marcó tu vida.
No hay más madre
que el desamparo que te aguarda
al ver ojos por ira
que asesinó a tu padre
y solo bastaron dos palabras.
No compredieses el mundo
que entraña el paisaje
y la necesidad en sonreír.
Sabes que no hay más allá
al presionar ese gatillo
que enrosca tus sueños al matar...
y sigues pidiendo piedad.
Una madre patria que no te cuidó,
una señora con hiijos pródigos.
De corona tendrás un escupitajo,
de epitafio un informe de la verdad.
Niño, si te pudiese darte mi mano,
si te dijese que a tu edad creí en la paz...
Dime tú, ¿por qué no juegas?
¿Por qué tu odio?
¿Por qué?
Dime tú que ya no sueñas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario