Fui paupérrimo con sentimientos y millonario al conocer desamores. El tiempo ahora corre sin que lo detenga alguna garita corrupta de carretera y los rompe muelles le llega al mazo. En la carretera que conformaba mi desvío por la ironía de la velocidad, tiré dedo como q
uien se imagina hacer una propaganda de jeans baratos y con chicas de plástico que saben a publicidad. Estiré mi brazo para alcanzar destino y el silbido de los motores corregían mis pobres pasos. Caminé con los motivos que marcaban mi maniobra suicida, al lado de la carretera que no conectaba a todo el continente americano. Entregaba flores a las familias completas del camino a cambio de algunos favores: pedía seguridad.
Los trailers, las familias completas, las parrillas completas de comodidades y de deberes: el arte de amueblar una casa sencilla. Los mosquiteros huecos que eran los altos cerros que me miraban con desprecio y yo los miraba con la sonrisa que ellos tampoco tenían transporte como yo muy pronto tendría. Acertadamente di con un veinte en malos pronósticos y la noche cayó con la garúa y mis harapos mojados con el miedo entre los dedos como si fumase un cigarrillo sin filtro, pero que siempre siendo tabaco. No localicé el camino entre los bordes de la autopista y la pista misma. Tropezaba con las cifras pares e impares marcadas con cemento y con sudor. Siendo Hermes con zapatillas de Polvos Azueles, tramaba con la mirada, bajo los oscuros prados, una simpática sonrisa.
caí... caí... caí...
Logré recoger a mí mismo y, para eso, volvió ser de mañana. Alguien me había prestado una sábana algo sucia, pero con una buena fe en mí. ¿Mi destino? Donde el kilometraje de mi amores digan que estuve de vacaciones. ¿Distancia? No tan lejos como quien se pierde entre tantos prados y
logra contar sus pasos para saber cuántos pasos dar para regresar. Una mujer se acerca a mí con una batea llena de harina con agua y comienza a esculpir algo inspirándose en mí. Pueblo de procedencia: ni idea. Apareció como de así por así, como si del prado se juntase toda la sábila y formo una figura femenina hermosa en facciones y terriblemente conspiradora con sus acciones. Seguía con su arduo labor. Se acerca y me mira. Saca sus medidas, me estudia, me prueba y su batea se hace cada vez más de harina y de agua, agua y harina para que luego no ver lo que diablos hacía. El kilometraje de mis amores cesó y bastaron tres pasos para saber dónde debía llegar. Me pidió disculpas y se hizo un lazo con el cabello suelto que parecía que desde su cabellera venía el viento que sopla por todo el mundo. Un traje blanco. Una mujer que se casó con la naturaleza y esta naturaleza sin vergüenza del incesto. Me miró. Hizo que cerrara los ojos y sentí una sustancia fría y pegajosa que pronto se pondría menos húmeda y más unida a mí. Sentí la paz que reinaba aun sin ver lo que sucedía conmigo. Ya sintiendo el peso hacia atrás, decidí caer al suelo. No había suelo alguno, me elevaba, arriba, azul, infinito. Estaba solo y el kilometraje del amor cesó para nunca más reclamar alguna multa. Amé...
Hubo tráfico en la carretera por un accidente. Un muerto y el auto fugó con el homicida. Identidad: ninguna. Edad: probablemente, veinte años. Ocupación: dudosa. Sueños: amar. Conclusión: no sé...

Los trailers, las familias completas, las parrillas completas de comodidades y de deberes: el arte de amueblar una casa sencilla. Los mosquiteros huecos que eran los altos cerros que me miraban con desprecio y yo los miraba con la sonrisa que ellos tampoco tenían transporte como yo muy pronto tendría. Acertadamente di con un veinte en malos pronósticos y la noche cayó con la garúa y mis harapos mojados con el miedo entre los dedos como si fumase un cigarrillo sin filtro, pero que siempre siendo tabaco. No localicé el camino entre los bordes de la autopista y la pista misma. Tropezaba con las cifras pares e impares marcadas con cemento y con sudor. Siendo Hermes con zapatillas de Polvos Azueles, tramaba con la mirada, bajo los oscuros prados, una simpática sonrisa.
caí... caí... caí...
Logré recoger a mí mismo y, para eso, volvió ser de mañana. Alguien me había prestado una sábana algo sucia, pero con una buena fe en mí. ¿Mi destino? Donde el kilometraje de mi amores digan que estuve de vacaciones. ¿Distancia? No tan lejos como quien se pierde entre tantos prados y

Hubo tráfico en la carretera por un accidente. Un muerto y el auto fugó con el homicida. Identidad: ninguna. Edad: probablemente, veinte años. Ocupación: dudosa. Sueños: amar. Conclusión: no sé...
Basta decir que llegó a amar.
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