jueves, 6 de septiembre de 2007

Plan

Algunas veces cuelgo la cabeza en mi hombro como si fuera yo mismo quien carga de mí o el conmigo y consigo que uno no puede con el otro y se ayudan o quizá se desconocen. Lo cuelgo quizá como quien se parece un pollo en el mercado buscando olla para sentirse en algún hogar. Cierto o no, no me tocó estar en el frigerador, sino pensando en las cuantas maneras hay en decir buenas noches. Un guiño de ojo no ayuda, aunque la "O" fuese originalmente un ojo en alguna cultura mater. OJO. No era la idea que concebía, sino el rostro que dibujé en mi cuaderno perdiendo alguna conexión con la historia que escuchaba rutinariamente por Duende Verde, digo, por mi profesor de Historia y valga la redundancia como siempre lo es, porque hacerse entender dos veces hace una conexión de sensibilidad.
Quizá te haya dado miles pistas de ello. El repeticua de mis dos frases, de mi verbo con el artículo que muestra posesión o dirección o informacion de alguien necesitado por hablarte o por verte o quiza por los dos y todo lo anterior con su merecida vicerversa.
Con el escaparate para terminar en tus redes, consigo golpear el mp3 con dedicar una nueva canción a mi estado, a mi repùblica, a mi monarquía, a mi constitución, a mi Cadiz sin Corte, porque una chikita interrumpió la tijera de la historia para acercarme más a mí mismo y claro que también a esa persona. Una canción que no sea ni trova ni regeton, ni alternativo ni opera, ni jazz ni bailetón.
Ni historia con princesas, porque a una tengo al lado del corazón.


Y si te preguntas porque te dije todo esto, es porque no sabía cómo despedirme sin contarte que te extrañé todo el día.

No hay comentarios: