La magia me sobró siendo niño y me concierne mi trabajo de alquimista en conocerla mejor como esperanza. Cierto fueron varias mis animas mundi para consolidar lo que hoy obtengo sin vano sacrificio. ¡No me contradigan pues si no es sacrificio! Sé que Mel Gibson no tratará de ser capitalista con mi Pasión sin tanta sangre, aunque lo que más sangró en mí fue el corazón. Nunca dejando el lado romantico, aunque parezcamos ciertos extraños y hasta odiados, comprendí un cierto poema que me bastó para ver la caja de colores por un buen tiempo. Bien sabia que despúes de lo que vería no sería Trampolin a la Fama ni el "Tambieeeeeeeeeeeeeeen viene" del noticiero. Pues qué intrepido soy ahora para acordarme y apostaría al tres por uno si alguien no me entiende al final.
Regresando al poema, este se llamaba "Me enamoré de Betty Mármol". Me reí en algún inicio cuando descubrí este singular poemario rapsódico en la biblioteca más cercana que tenía. Lo leí, reí y hasta susurré cuál sería mi disparatada caricatura de la cual me enamorase. Remonté hacia el pasado a lo John Weyn y terminé en en el vacío más perverso como lo que hay debajo de la cama de la pareja Ingalls.
Justo fue hoy y hasta me reí y hasta me aterroricé jurando que podía ser verdad. Añadiendo el título de la entrada, por más increible y hasta perjudicial para un selecto grupo del HI5, me enamoré de Oliva Olivo. Cierto que pueda crear celo alguno a una mujer maravillosa que conosco, descubrí que el mundo que garabateaba en mis páginas se cuadriculó en el primer plano de mi realidad. Aquella mujer maravillosa que ahora extraño es mi Oliva Olivo pertinente y sin cortes comerciales. Vale decir que esta mujer maravillosa no tiene el pelo negro ni esos ojos negros tipo boton, ni la nariz asi de chiquita. Lo cierto es que es la mujer con quien viajaría a todas las partes del mundo y, obviamente, la mujer quien me esperaría en casa luego de mi lucha en el pacifico en la segunda guerra. Luchando contra el destino, contra el Plutus que nunca se afeita, lo cierto sería que es la caricatura que me encierra y la mujer que protagonisa, en cierto modo, es Oliva Olivo.
Ahora que me encuentro en servicio, no dejo de pensar en mi Oliva que debe encontrarse no tan lejos de mí. Aunque no contenga lata de espinaca por ahora, podré romper distancias con el punche que siempre me faltó. Como un poema de Joaquín Sabina, Tal para cual, sería en mi vida como "Yo popeye, tú Oliva, tal para cual, yo virus, tú viruela"...
Gracias A.A.P, Paramount y a Oliva quien más tarde me llamará por teléfono.
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